El ojo seco es una condición bastante común que se genera cuando el ojo no produce la cantidad o calidad de lágrima adecuada para lubricar la superficie ocular. Más del 80 % de los casos de ojo seco se dan por evaporación de la lágrima.
Esta afección genera síntomas molestos como la sensación de cuerpo extraño (arenilla), ardor, picazón, enrojecimiento, mucosidad, lagrimeo y hasta visión borrosa. Puede darse de manera temporal, o volverse un problema crónico que requiera atención especializada. Por eso se recomienda, ante la presencia prolongada de estos síntomas, consultar al oftalmólogo para determinar un tratamiento adecuado.
¿Cuáles son sus causas?
– La falta de cantidad adecuada de lágrima se debe fundamentalmente al paso del tiempo: las glándulas que producen lágrimas pueden bajar su eficacia y dejar de producirla debido a cambios hormonales, por ejemplo, o estar asociada a algunas enfermedades generales como enfermedades reumatológicas o afecciones de la tiroides.
– La evaporación rápida puede generarse por factores externos como ambientes muy secos, el viento, el aire acondicionado, el polvo, el calor excesivo, el humo, la exposición prolongada al uso de pantallas, la falta de parpadeo. Este movimiento es clave: se recomienda parpadear aproximadamente 15 veces por minuto, para mantener lubricada toda la superficie ocular de manera homogénea. Al realizar tareas que fijan la vista (como la concentración ante una pantalla), el parpadeo disminuye su frecuencia y eso aumenta la evaporación de la lágrima.
¿Qué factores determinan un riesgo mayor de padecerlo?
- el uso crónico de lentes de contacto y colirios.
- tener antecedentes de cirugía ocular.
- padecer blefaritis (inflamación del borde del párpado).
- tener una enfermedad autoinmune.
- usar de manera crónica ciertos medicamentos como antidepresivos, antihistamínicos y antihipertensivos.
- estar expuesto a condiciones ambientales de sequedad, viento o contaminación.
¿Cómo prevenirlo?
- Hidratarse regularmente: beber agua para que las lágrimas se mantengan en un nivel adecuado.
- Descansar del uso de las pantallas: se recomienda, cada 20 minutos, mirar algo que esté a 6 metros, durante al menos 20 segundos. Esto descansará la vista y facilitará el parpadeo, permitiendo así una mejor lubricación de toda la superficie ocular.
- Humidificar los ambientes: en ambientes de clima seco o muy calefaccionados, el uso de humidificadores reduce la evaporación de la lágrima.
- Lubricar los ojos con lágrimas artificiales: estas gotas alivian los síntomas por un tiempo y ayudan a mantener lubricada la superficie ocular, pero deben ser recetadas por el oftalmólogo.
- Evitar situaciones que pueden irritar los ojos: no exponerse al humo, el viento, el calor excesivo, los espacios muy acondicionados, sea con frío o con calor.
- El ojo seco no se cura de manera definitiva pero sí pueden aliviarse mucho sus síntomas y prevenir futuras lesiones que puedan ocasionarse por la falta de lubricación.
¿Cómo puede tratarse?
Según el tipo y grado de ojo seco existen diferentes opciones de tratamiento como:
- Lágrimas, con o sin conservantes.
- Geles lubricantes.
- Antinflamatorios/ inmunomoduladores.
- Higiene de bordes palpebrales.
- Dieta rica en omega 3.
- Desbloqueo y canalización de las Glándulas de Meibomio.
- Suero autólogo con factores de crecimiento (gotas hechas a partir de la propia sangre del paciente).
- Taponamiento de puntos lagrimales: se cierran los puntos lagrimales a fin de reducir la pérdida de lágrimas.
- Sistema ILUX: tratamiento con termoterapia compresiva localizada de las Glándulas de Meibomio. Se realiza en consultorio en 20 minutos, con anestesia local.
El ojo seco puede prevenirse y sus síntomas pueden aliviarse con un tratamiento adecuado, para una vida más confortable.